1. UN GIRO BRUSCO...

Buenas a todos !! Mi nombre es Alejandro Corralejo y hoy vengo a hablaros un poco sobre mí.

El título de este blog nace de un término musical conocido como tonalidad. Reflejando que, al igual que una pieza se puede tocar en varias tonalidades (DO, SOL, RE...), también podemos aprender de muchas formas.

Nací en Talavera de la Reina, una ciudad muy odiada por algunos de sus habitantes pero muy querida por otros muchos, yo personalmente me incluyo en este último grupo. Me he criado toda mi vida allí, desde la infancia hasta que terminé mis estudios de bachillerato. 

Posteriormente me trasladé a Madrid 4 años (ciudad la cual si que odié bastante por toda su aglomeración de personas y sus precios) para estudiar Musicología (Historia y Ciencias de la Música).

   

La verdad es que en el instituto odiaba la música con todas mis fuerzas, se me daba fatal y no quería tener nada que ver con ello. Sin embargo, cuando en 3º de la ESO me asignaron a cierta profesora de música, descubrí que no todo era el "Titanic" o "El Himno de la Alegría" (he aquí la importancia de tener un buen profesor que le pone interés a su materia). Descubrí un mundo completamente distinto al que percibía de la música. Comencé a interesarme por todo lo relacionado con esta asignatura, a la vez que me fui interesando por el piano. Parece que se me dio mejor de lo que esperaba, así que decidí seguir con ello año tras año, planteándome dedicar mi vida al aprendizaje de la música (de ahí mi decisión de estudiar Musicología). Más adelante me interesé también por el violín aunque eso mejor no os lo muestro porque aún me queda mucho por aprender.

¿Por qué el máster de profesorado de secundaria? Sinceramente, la respuesta corta sería que odio a los niños y ni me planteo dar a primaria, pero tiene algo más de contexto. Aquella fantástica profesora no solo me transmitió su amor por la música, sino también el gusto por el arte de enseñar. Al llegar a bachillerato, tuve claro que yo también quería transmitir mis conocimientos y abrir las mentes a nuevos alumnos, demostrándoles que la música no es tan aburrida y tan inútil como se plantea en otros cursos. Este gusto por la enseñanza lo pude confirmar en las prácticas de la carrera, en las cuales impartí clases sobre lenguaje musical y armonía a alumnos de entre 6 y 18 años (aunque en ese momento descubrí que efectivamente no estoy capacitado para enseñar a los niños).